Mal inicio del año 2.010, cuando el planeta Tierra tiembla y la madre Naturaleza nos muestra su peor cara. Ese rictus de temblor acerado con su tic de filo de guadaña. Cuando se dice que la Naturaleza es sabia, no sé si refiere a su capacidad para localizar a los más pobres, a los parias del vertedero, y cebarse con ellos hasta aniquilarlos. Quizás su sabiduría radique en cortar por lo sano cuando la putrefacción avanza. Una especie de amputación, de limpieza. Una quema, una catarsis purificadora para arrasarlo todo y renacer de sus cenizas ¿Quién sabe? Pues son muchos años de caudillos, sátrapas y tiranos asesinos que gobernaron Haití hasta convertir el país en el más miserable lupanar de América. Una especie de estercolero africano mal colocado en el mapa. Y a la sucesión de dignatarios del horror, la ola de huracanes con nombre de bellas sirenas psicópatas -“Jeanne”, “Beulah”, “Inés”- o de neptunos homicidas - “Dennis” “Georges” o “Gordon”- que a su paso sembraban, literalmente, la isla de cadáveres. Haití fue el segundo país de América en conseguir su independencia y el primero del mundo en abolir la esclavitud.¡Meritorio récord! Corría el año 1.804.
Un esclavo, de nombre Jean Jacques Dessalines, se levantó en armas contralos franceses para acabar con la fábrica de esclavos que habían establecido en la isla. De manera que más de500.000 hombres y mujeres negros sufrían el látigo galo para, con los beneficios, embellecer los palacios y jardinesde París, y que a los franceses no les faltaran bailes, vestidos y tabaco rapé que inhalar por la nariz como si semetieran el polvo calcinado de los esclavos muertos.Fueron libres, pero no les sirvió de mucho. Una especie de patología endémica inherente a la codicia humana, a la corrupción y a la desdicha, se instalaba en el país. Más de 30 golpes de Estado, más de 60 gobiernos. En el 1.915 se produjo la invasión militar por parte de Estados Unidos, hasta dejarla abandonada en la más absoluta bancarrota en 1.957. Como una repugnante sanguijuela deja seca de sangre incluso el alma de su víctima. Hasta que llegaron los famosos –por gordos devoradores de hombres – Duvalier, que gobernaron con grillete y puño de hierro 27 años, de 1.959 a 1.987.