Pues sí, como quien no quiere la cosa, han pasado 20 años desde aquel día 7 de diciembre de 1994, cuando un grupo de diez o doce personas nos reunimos para ver de qué manera podíamos canalizar las inquietudes que teníamos, y que éramos conscientes que eran compartidas con otras muchas personas, acerca de las grandes desigualdades existentes en el mundo y, particularmente, entre los países del llamado primer mundo y los también mal llamados países del tercer mundo. Y así surgió SOLMAN.
Problemas como la deuda externa, la corrupción de los gobernantes, la falta de democracia, las violaciones a los derechos humanos, el trabajo y la pobreza infantil, el desigual trato entre hombres y mujeres -¡qué ironías de los tiempos!- eran los principales problemas a los que debíamos enfrentarnos. Qué ironía que después de 20 años no sólo no han desaparecido, sino que han aumentado, se han profundizado y han aflorado en los países del mundo “rico”.
Cuántas reflexiones se podrían hacer, y cuántas conclusiones sacar, cuánta hipocresía y cuánto compromiso por delante. Pero hoy, siendo conscientes de todo lo que nos queda por hacer, -que además tiene visos de ser tarea interminable-, queremos hacer un reconocimiento de todo el compromiso, el esfuerzo, la ilusión y el trabajo realizados durante estos 20 años, tanto por las personas que hemos colaborado con SOLMAN como por todas las personas, grupos y pueblos de los países con los que hemos contribuido a hacer un planeta un poco más habitable.
Somos conscientes también de que el mundo no está hoy más habitable, me atrevería a decir que está bastante menos habitable, aunque sí es cierto que a las personas, grupos y pueblos a los que ha llegado nuestra colaboración, sí les ha cambiado algo sus vidas, creemos que para mejor y he ahí nuestra aportación: hemos contribuido a generar esperanza, a despertar capacidades, a entender que el trabajo en equipo es más eficaz, a que muchos jóvenes tengan acceso a estudios superiores o de formación profesional, pero, sobre todo, hemos intentado aportar y compartir valores de solidaridad, tolerancia, respeto, compromiso, honestidad y esfuerzo.
Por último decir que la cooperación y la solidaridad son un compromiso personal, pero también son un compromiso social y debemos exigir a nuestros gobernantes que parte de nuestros impuestos se destinen a la cooperación al desarrollo, cumpliendo con los compromisos no sólo éticos y morales, sino también con todos los tratados y convenios internacionales que, como país, hemos suscrito: el 0,7%, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Felicitaciones a todos los que estamos en esta difícil pero hermosa tarea y ojalá que nuestro compromiso se fortalezca ante la ingente tarea que nos queda.
https://www.youtube.com/watch?v=k-htg4WuJvs