Otro año más se llenan las calles de luces de colores, de guirnaldas, de adornos navideños, las plazas se llenan de árboles iluminados y los escaparates lucen sus mejores galas con cristales nevados y renos que surcan los cielos, y, todo ello, con un mensaje muy claro: consume, compra para ti, para tu esposo o esposa, para tus hijos, padres, hermanos, sobrinos, amigos, vecinos, para quien sea, pero compra y consume, aunque por supuesto todo envuelto en el celofán del Amor, de la Paz, de la Alegría. Es Navidad y, ese día, puedes hasta sentar a un pobre en tu mesa. Somos solidarios: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” “Pon tus sueños a jugar”.
Mientras tanto el paisaje verdadero de nuestras calles es que, cada día, se llenan más de indigentes, de personas que no tienen nada, a las que, sin duda, les vendría muy bien una taza de caldito caliente, pero que lo que con más ganas esperan y lo que más les gustaría que les regalara la sociedad o, más bien, que les devolviera la sociedad es su dignidad, la dignidad por el mero hecho de ser persona, la dig- nidad de poder hacer algo, de decir algo, de ser miembros activos de la historia. Las personas que están por la calle pasando las noches entre cartones, a unas temperaturas in- clementes, o las que cada día hacen más largas las colas de las oficinas del paro, o las colas de los comedores sociales o están a expensas de lo que cualquier persona les pueda dar, no han elegido ser indigentes o parados o pobres, no, ha sido la sociedad que, entre todos, hemos forjado la que los ha ido excluyendo, apartando, orillando a las cunetas de la gran calzada real por la que, casi como rebaño, cami- namos de la manera más inconsciente y egoísta y dejando que sean los “gobernantes” los que desgobiernen todo y permitiendo que nuestros derechos económicos, sociales, laborales, culturales y civiles nos los vayan configurando a su antojo, el cual siempre será de acuerdo a sus intereses personales y de partido y nunca a favor de las personas.
Felicitamos a tantas y tantas personas e instituciones, que, en los últimos tiempos, están haciendo grandísimos esfuerzos para atender las cada día más y mayores necesidades: nos referimos a iniciativas personales o de grupos que se organizan espontáneamente, a los bancos de alimentos, a las instituciones como Cáritas, parroquias, iglesias evangélicas, clubs, etc., quienes se están dejando literalmente la piel para acudir en auxilio de personas y familias, que, sin esa ayuda, lo pasarían realmente fatal. De verdad y de corazón, muchas felicidades. Sin embargo, no compartimos la misma opinión sobre algunos programas de televisión, algunos desde la televisión pública, donde la dignidad de las personas queda muy mal parada. ¡¡¡Cuidado!!!, no vayamos a confundir limosnas, caridad, solida- ridad… con justicia, con derechos básicos y fundamenta- les, cuya custodia nos corresponde a todos, pero de una manera irrenunciable corresponde al Estado, a las autori- dades públicas, elegidas para salvaguardar esos derechos y no para disminuirlos y mermarlos en beneficio de unos pocos. Felicitamos también a las ONG, entre las que nos contamos, por mantener viva la llama de la solidaridad más allá de nuestras fronteras, con los pueblos empobre- cidos del sur, a los que nuestras crisis los han llevado a un mayor desamparo y desprotección.
Hace pocos días -10 de diciembre- conmemoramos el 65 aniversario de la declaración universal de los derechos humanos, firmados y asumidos por nuestro país y, senci- llamente dicen: Todos los seres humanos tienen derecho a una vida digna, a la integridad física y moral, a una vida de familia unida, a una vivienda, a buscar mejores oportuni- dades, a la asistencia sanitaria, a la educación y al acceso a la tecnología, a condiciones de trabajo justas y justamente remuneradas, a organizarse, a la ayuda y asistencia jurídica… en fin al desarrollo humano libre e integral.
Desde SOLMAN, al igual que cada año, queremos felicitar a todas las personas que tienen buena voluntad todos los días del año, no sólo en Navidad y Año Nuevo sino también el 26 de diciembre y el 2 de enero y el 24 de marzo y el 18 de octubre, a todos aquellos que han deci- dido poner en el centro de sus vidas a los seres humanos, especialmente a los más desfavorecidos sin importar razas, creencias ni fronteras. Para todos “FELIZ NAVIDAD” y para regalar, regala DIGNIDAD.