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17 de Enero de 2022
FUENTES: El País, eldiario.es, Público, InfoLibre, Hufftinton post, ctxt.es, Cadena Ser.
LA PANDEMIA EN EL MUNDO.-
Ya son más de 324 millones los contagiados en el mundo por COVID desde el inicio de la pandemia, y 5,53 millones los fallecidos. En días recientes se ha llegado a superar el número de 3,3 millones de contagios diarios.
Los expertos no se cansan de repetir que para terminar con esta pandemia es necesario inmunizar a toda la población por medio de las vacunas. Ya se han administrado 9.600 millones de dosis en todo el mundo. El 59,6% de la población (unos 4.700 millones de personas) ha recibido al menos una dosis, y el 50,8% la pauta completa. Pero en los países de bajos ingresos sólo el 9,5% de las personas han recibido al menos una dosis.
La aparición de la variante Ómicron nos recordó los riesgos de permitir que grandes sectores del mundo permanezcan sin vacunar. Sin embargo, el acaparamiento de vacunas por parte de los países ricos, junto a la negativa de liberar las patentes para la fabricación libre de vacunas, hace imposible el objetivo prioritario de universalizar la vacuna en el mundo, particularmente para los grupos con mayor riesgo de desarrollar enfermedades graves, y por lo tanto facilita que muchos miles de personas sigan muriendo.
Los estudios más recientes hablan de que las personas vacunadas tienen cinco veces menos probabilidades de ingresar en un hospital.
Los científicos tienen cada día más claro que el virus seguirá circulando y cambiando, y que aparecerán nuevas variantes de alcance desconocido. No parece adecuada la estrategia de los países ricos de poner una y otra dosis de refuerzo a sus poblaciones, mientras en los países pobres carecen de la primera dosis incluso para sus trabajadores sanitarios. Es una estrategia miope y suicida.
Y EN ESPAÑA.-
Los contagiados ya han superado los ocho millones (son 8.424.503) y los fallecidos los 90.000 (son 90.993). Los contagiados han llegado hasta 179.000 en un solo día; en dos semanas han ocurrido millón y medio de contagios. La incidencia acumulada a 14 días es de 3.397 casos por 100.000 habitantes, aunque en algunas Comunidades sobrepasa los 7.000. El 15,13% de las camas hospitalarias están ocupadas por enfermos de COVID, lo que indica un “riesgo muy alto”; la ocupación de las UCI es del 23,83. Los fallecidos superan el promedio de los 100 diarios.
El 85% de la población mayor de cinco años (40.317.861 personas) ya ha recibido al menos una dosis de vacunación, y el 80,50% (38.144.506 personas) la pauta completa; el 37% (17.195.074 personas) ha recibido dosis de refuerzo.
El aumento de los contagios y las hospitalizaciones preocupa al personal sanitario, que debe posponer otras intervenciones médicas y no ve con buenos ojos que las autoridades lo apuesten todo a la vacunación y la dosis de refuerzo y no asuman otras medidas no farmacológicas como la limitación de horarios, de aforos o incluso de movilidad. La situación es más preocupante en las unidades de cuidados intensivos, las urgencias y la atención primaria, afectadas también por el agotamiento del personal y el aumento de bajas laborales por contagio.
No obstante, la velocidad de propagación del virus es cada vez más lenta, lo que permite atisbar que está cerca el pico de contagios y que pronto comenzarán a bajar.
LA CATÁSTROFE DE AFGANISTÁN.-
Más de la mitad de los 42 millones de afganos necesitarán asistencia humanitaria en 2022; 8,7 millones sufrirán inseguridad alimentaria aguda, la situación previa a hambruna y la inanición. Así lo señalan informes de organismos de la ONU. En 2020 eran 18,4 millones de personas las que requerían ayuda humanitaria.
Los organismos señalan que esa situación se debe a la intensa y prolongada sequía, la inflación en los precios de los alimentos, la pandemia y la crisis económica generalizada que siguió al conflicto armado finalizado en agosto de 2021, cuando los países occidentales y organizaciones internacionales congelaron las reservas afganas en el exterior, de unos 9.500 millones de dólares, y detuvieron su financiación para el desarrollo (léase boicot internacional); también entonces se retiraron la mayoría de ONGs que trabajaban en el país.
Pero no podrían entenderse la situación si no se piensa en los 40 años de guerra sufridos por el país, de manera especial en los 20 años de ocupación por parte de Estados Unidos y sus aliados, que dejaron un país devastado, hundido en la más profunda pobreza, con las infraestructuras destruidas y la economía completamente en quiebra. Fueron 20 años en los que se disparó la corrupción administrativa que provocó la fuga de cuantiosos fondos. El expresidente Ashsef Ghani, por ejemplo, huyó del país en agosto de 2021 con cuatro coches y un helicóptero cargado de dinero. La producción ilegal de opio alcanzó el 86% del volumen mundial (había desaparecido durante el anterior gobierno talibán, a finales del siglo XX).
El secretario general de la ONU, António Guterres, pidió recientemente que se liberen los fondos afganos en el extranjero de manera que el gobierno talibán pueda al menos pagar los salarios en el sector público y financiar la asistencia sanitaria, la educación y otros servicios que requieren ser atendidos sin demora; también pidió una ayuda humanitaria de 4.400 millones de dólares para Afganistán en este año. Ningún país occidental ha respondido aún.
Mientras tanto, miles de refugiados afganos se congelan por las bajas temperaturas en el norte de Francia, desde donde intentan llegar al Reino Unido. No son de los que colaboraron con las fuerzas de ocupación, que salieron al cobijo de esas fuerzas; salieron por su cuenta, y sufren el acoso de la policía francesa, que utiliza contra ellos gases lacrimógenos y balas de goma, y deforesta la zona para que no puedan esconderse… El gobierno francés, además, ha reducido los fondos a las organizaciones sociales que les suministran alimentos, agua, mantas y otro tipo de asistencia.
COLOMBIA, LA IMAGEN DEL TERROR.-
Cuando en 2016 se firmó el Acuerdo de Paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla revolucionaria de las FARC, muchos colombianos esperaban que la finalización del conflicto diera paso a una paz estable y duradera. Pero, a medida que pasa el tiempo, aquella esperanza se desvanece. Desde entonces, 114 ex guerrilleros y 31 de sus familiares han sido asesinados. En el recién finalizado 2021 fueron asesinados 78 defensores de derechos humanos en el país, según ha verificado la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos; el Organismo aclara que la cifra solo incluye los casos que ellos han recibido y verificado.
Los ejecutores de esos hechos son paramilitares y sicarios a sueldo de los oligarcas, todos ellos vinculados a las fuerzas armadas.
En la pasada primavera, el país registró fuertes movilizaciones de los sectores populares que reclamaban contra la desigualdad y la injusticia existentes en el país. Las balas del ejército y la policía causaron 80 muertos, además de centenares de heridos y decenas de desaparecidos. Para muchos, el Estado colombiano mostró su carácter terrorista, esa cualidad que ha venido practicando durante décadas pero que era poco con conocida. Un terrorismo “exitoso” que el país ha exportado: Actualmente la policía y el ejército “capacitan” a fuerzas de seguridad de quince estados en el mundo. La mayoría de los mercenarios del comando que asesinó al presidente de Haití en junio pasado eran colombianos; algunos habían pertenecido al ejército de Colombia, se habían preparado en la Escuela de las Américas que los estadounidenses tuvieron en Panamá, y habían sido condecorados por el gobierno.
Durante los más de 50 años de conflicto armado más de 83.000 colombianos sufrieron desaparición forzada, según el Centro Nacional de Memoria Histórica, aunque organizaciones sociales y de derechos humanos calculan que fueron entre 90.000 y 120.000, es decir, tres o cuatro veces más que los ocurridos en Argentina durante la dictadura militar de los años 70 y 80 del siglo pasado.
Por otro lado, un informe de expertos da cuenta de que 554.000 niños colombianos menores de cinco años no reciben los nutrientes imprescindibles. Son la cara más dramática del hambre que afecta al 54% de la población, que se ha visto acentuada por el COVID-19: Antes de la pandemia, el 90% de los colombianos comían tres veces al día; ahora solo lo hacen el 70%. Casi la mitad de los 59 millones de colombianos dispone solo de unos 76 euros para cubrir sus gastos de alimentación, vivienda y otros artículos de primera necesidad.
También ha aumentado la solidaridad de los colombianos: Antes de la COVID-19, los bancos de alimentos atendían a 600.000 beneficiarios y entregaban 24.000 toneladas de comida; ahora atienden a más de 3,2 millones y reparten 64.000 toneladas.
SUDÁN: LA GENTE RESISTE FRENTE A LOS MILITARES.-
En octubre de 2021, los militares dieron un golpe de estado en Sudán, dando fin con ello a un proceso de transición a la democracia que se había iniciado dos años antes, cuando unas fuertes movilizaciones populares empujaron a los militares a derrocar al dictador Omar al-Bashir, que llevaba tres décadas en el poder. Se formó entonces un gobierno de militares y civiles, entre los que los desacuerdos fueron permanentes.
El golpe de estado de octubre fue interpretado como un intento de los generales por mantenerse en el poder, prescindiendo de los civiles. La gente se echó a la calle en todo el país, principalmente en la capital Jartum, demandando la libertad de los líderes civiles detenidos y la vuelta al proceso anterior al golpe. Más de 60 sudaneses murieron por la represión a las protestas.
En diciembre, los militares parecieron dar marcha atrás y reinstalaron al primer ministro depuesto, Abdullah Hamdok, en base a un nuevo acuerdo mucho más favorable a los intereses de los golpistas. Pero Hamdok dimitió el 2 de enero, y ahora la gente arrecia en sus demandas de un gobierno totalmente civil.
Estados Unidos, la Unión europea y la Liga árabe se han limitado a pedir el regreso a la anterior fase de transición, mientras países vecinos como Egipto o los Emiratos Árabes Unidos apoyan a los militares, temerosos de que Sudán se convierta en un símbolo de la resistencia popular y en una prueba de que los tiranos pueden ser derrocados.
Y Sudán (1.854.105 kilómetros cuadrados y 44 millones personas) sigue en la inestabilidad, en medio de una profunda crisis económica, con alta inflación y escasez de comida, combustible y medicamentos.
NEOS Y LOS OBISPOS ESPAÑOLES.-
Saló a luz pública en noviembre pasado, y reúne organizaciones con un discurso beligerante y ultraliberal, antiizquierdista visceral. Está en contra del aborto, la eutanasia y la "ideología de género"; también se ha opuesto al Ingreso Mínimo Vital, y aboga por la educación concertada y la monarquía. Se posiciona contra el “insufrible gobierno socialcomunista de Frente Popular” (es decir, el actual gobierno de España).
Es el movimiento NEOS, promovido las fundaciones “Valores y Sociedad” y “Villacisneros”, dirigidas por destacados dirigentes de los partidos Popular y Vox (Mayor Oreja, Francisco Contreras, María San Gil, Esperanza Aguirre, Isabel Benjumea, Herman Tertsch…).
Cuenta con el apoyo de One of Us, una red europea de organizaciones católicas ultras, centradas en la agenda provida y contraria a los derechos Lgtbi. En España forman parte de One of Us organizaciones como Hazte Oír, Profesionales por la Ética y el Foro Español de la Familia, apoyadas en movimientos católicos de corte integrista como Comunión y Liberación, Camino Neocatecumenal (los kikos), los Legionarios de Cristo y el Opus Dei. También recibe la influencia ideológica de “Atlas Network”, uno de los mayores lobbies de presión mundial en favor del neoliberalismo, vinculado a la fundación FAES, de José María Aznar.
El secretario general de la Conferencia Episcopal Española calificó al movimiento NEOS como una “esperanza” y una prueba de que "algo se mueve entre los católicos españoles a la hora de encarnar la Doctrina Social de la Iglesia y vivir la caridad política".
Difícil entender esa “bendición” episcopal española al activismo católico de NEOS, al que obviamente no preocupa la lucha contra la pobreza ni la acogida a la inmigración. ¿Cómo puede la Conferencia Episcopal Española bendecir ese tipo de activismo católico tan alejado de las principales preocupaciones de Francisco, crítico radical del neoliberalismo?