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13 de Septiembre de 2023
FUENTES: El País, eldiario.es, Público, InfoLibre, elplural, Cadena Ser, VientoSur, Contrainformación.es, Rebelion.or, LoQueSomos
ARABIA SAUDÍ ASESINA EN MASA A MIGRANTES
Los guardias fronterizos saudíes han matado a cientos, quizá miles, de migrantes y solicitantes de asilo etíopes en los últimos 15 meses, según denuncia la ONG Human Rights Watch.
Muchos de los migrantes etíopes huyen de la guerra de su país en la región de Tigray, que dura ya dos años y ha provocado ya al menos 250.000 muertos, 4,5 millones de desplazados y la mitad de sus 32 millones de habitantes víctimas del hambre, según la ONU. Pasan de su país a Yibuti, atraviesan en precarias embarcaciones el Golfo de Adén, desembarcan en Yemen e intentan pasar a Arabia Saudí por un lugar montañoso y de difícil acceso.
La denuncia precisa que los guardias saudíes han utilizado explosivos y disparos a quemarropa contra los etíopes migrantes.
En meses pasados, un relator de la ONU, la Organización Internacional para las Migraciones y Amnistía Internacional han denunciado otros hechos similares cometidos por los saudíes.
Las ONGs humanitarias advierten de que los "miles de millones de dólares gastados" en deporte y entretenimiento "para mejorar la imagen de Arabia Saudí" no deberían distraer la atención de "estos crímenes horribles".
¿HABLAMOS DE RICOS Y POBRES?
El 1% de la población más rica de España acumula el 23,1% de la riqueza total. En 2008, ese 1% concentraba el 15,3% de la riqueza. Es decir, las dos últimas grandes crisis han servido para que la riqueza de los más ricos se haya incrementado en un 51%. Lo dice un reciente informe de Oxfam.
La gran banca española (Santander, BBVA, Caixa Bank, Sabadell, Bankinter y Unicaja) ganó 12.365 millones de euros en la primera mitad de este año, un 20,75% más que en el mismo período de 2022. Otro tanto podríamos decir de las empresas energéticas (Naturgy-Gas Natural y Repsol…)
Los beneficios empresariales globales serán este año de 409.458 millones de euros, si se mantiene su actual ritmo de crecimiento; es decir, habrán duplicado sus ganancias en solo dos años. Al mismo tiempo, el tipo efectivo que pagan por el impuesto de sociedades es del 9,4%, de acuerdo a la Agencia Tributaria.
Mientras la acumulación de riquezas es cada vez mayor, 12,3 millones de personas están en riesgo de pobreza o exclusión social y un 44,9% llegan con dificultades a final de mes.
Las opulencias de pocos explican la pobreza de muchos. Sin embargo, el presidente de los grandes empresarios españoles, Antonio Garamendi, cree que “no se puede hablar de ricos y pobres” porque esto “radicaliza a la sociedad”.
No, señor Garamendi. Los ciudadanos, las organizaciones de la sociedad civil y los medios tenemos obligación de señalar a los responsables del acaparamiento de las riquezas y del aumento de la desigualdad social. Y los poderes constituidos tienen la obligación de acabar con todas esas injusticias. Y un medio fácil de aplicar sería implementar una firme reforma fiscal que trasvase los abusivos beneficios de las élites económicas a las partidas sociales de los presupuestos públicos, para mejorar la inversión social.
CADA DÍA MÁS PLÁSTICOS
Los grupos ecologistas y ambientalistas europeos y mundiales están alarmados. La multinacional Ineos construye la mayor petroquímica de Europa cerca de Bruselas, que estará operativa a partir de 2026, donde se propone fabricar al año un millón y medio de toneladas de etileno, materia prima fundamental para fabricar plástico.
La fábrica producirá un etileno que ya sobra en el mercado y es barato, y que se utilizará para plásticos desechables y pronto acabará en la atmósfera.
En el mundo había casi 460 millones de toneladas de plásticos en 2021, de los que 139 millones eran de un solo uso.
El aumento de la producción de plástico se dispara en todo el mundo, tanto en Estados Unidos, como en China, Oriente Medio y el Golfo Pérsico.
De poco servirá tener más coches eléctricos si cada día fabricamos más plástico que no somos capaces de gestionar de forma adecuada.
DECRECIMIENTO, ALTERNATIVA AL COLAPSO CLIMÁTICO
La política económica de quienes hoy dirigen el mundo identifica desarrollo con crecimiento económico, y éste se mide por el crecimiento interior bruto: A mayor crecimiento del PIB, mayor desarrollo.
Pero ¿hasta cuándo será viable un crecimiento infinito en un planeta finito? La experiencia parece haber demostrado que ese tipo de crecimiento se ha hecho a costa de agotar los recursos del planea y de contaminarlo hasta el extremo.
Hoy día se va abriendo paso en la sociedad la idea del “decrecimiento”, y los grandes poderes están en guardia. El primer ministro belga dijo recientemente que el decrecimiento es “totalmente antitético a la naturaleza humana”. ¿Por qué?
Decrecimiento no quiere decir ir para atrás en el estado de bienestar, aunque sí implica reconocer los límites de nuestro planeta y tomar decisiones conscientes sobre cómo utilizamos nuestros recursos, para tener una vida más sostenible y justa. Se trata de detener el aumento exponencial del crecimiento y del consumo, de modo que los recursos naturales puedan perdurar en el tiempo. Se trata de modificar los sistemas de producción, tanto agrícola como industrial, de acuerdo a las necesidades de los ciudadanos; de reconvertir los sectores más contaminantes; de reducir el consumo mediante incentivos al ahorro y penalización del despilfarro…
La amenaza a nuestro bienestar no viene del decrecimiento, sino de la crisis ecológica, que genera escasez de agua, temperaturas extremas, fenómenos naturales cada vez más adversos…
El decrecimiento implica a nivel personal un cambio de hábitos, dictado por una ética social y ecológica, orientado al consumo responsable, la austeridad, el ahorro energético, la abolición del despilfarro, el reciclaje… todo ello para asegurar la supervivencia del planeta.
El crecimiento del PIB no debe ser el único medidor del desarrollo. Sobre él deben estar la calidad de vida, la equidad social, la salud del ecosistema, la satisfacción de las necesidades humanas básicas y vivir en armonía con la naturaleza y los demás.
VENEZUELA: ¿LUZ AL FINAL DEL TÚNEL?
3.200 millones de dólares, parte del dinero venezolano retenido en el extranjero, serán liberados próximamente y manejados por la ONU para construir escuelas y hospitales y mejorar los maltrechos servicios públicos. Era una condición del gobierno para continuar sus negociaciones con la oposición de cara a las elecciones que deberán celebrarse en 2024.
Debido a las sanciones lideradas por Estados Unidos, el Banco de Inglaterra tiene retenidas 31 toneladas de lingotes de oro venezolanos y en Estados Unidos están bloqueadas algunas cuentas del Banco Central de Venezuela. Las sanciones también impiden al gobierno venezolano vender su petróleo, establecer acuerdos económicos, adquirir repuestos, contratar servicios de compañías estadounidenses, canadienses o europeas y acceder al crédito internacional.
Las negociaciones entre el gobierno y la oposición venezolana tienen como objetivo encontrar una salida pactada a la crisis política, económica y social, que deberá concretarse en unas elecciones justas, transparentes e inclusivas en 2024, con observadores internacionales.
Luego de que Juan Guaidó, que en 2019 se autoproclamó “presidente encargado”, fuera defenestrado por sus compañeros opositores a inicios de este año, la oposición celebrará en octubre próximo unas primarias para concurrir a las elecciones con un candidato único.
INUNDACIONES EN LIBIA
Las inundaciones derivadas de las torrenciales lluvias del huracán Daniel en Libia, sobre todo en el noreste, se han cobrado la vida de miles de personas. Sólo en Derma, ciudad de unos 120.000 habitantes, los muertos superan los 6.000 y los desaparecidos los 10.000. Reventaron dos represas que había en la parte superior del río que atraviesa la ciudad, y el agua y el barro arrasaron barrios enteros, haciendo desaparecer la cuarta parte de la ciudad y dejando sin hogar a decenas de miles de personas.
Desde que en 2011 la OTAN propició el asesinato del coronel Gadafi, que había gobernado el país durante 42 años, Libia vive en un conflicto continuo, en una guerra civil que enfrenta a grupos rebeldes, grupos tribales y militares. Hoy es un país desintegrado y fragmentado, con un gobierno de Unidad Nacional en Trípoli, reconocido por la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea (menos Francia), Turquía y Qatar; y otro con capital en Bengassi, apoyado por Emiratos árabes Unidos, Egipto y Rusia. Y en medio decenas y decenas de milicias tribales, religiosas y regionales, que hacen del país de muertes y revueltas.
Esa situación, que ha deteriorado durante más de una década las infraestructuras y servicios del país, hace más difícil las acciones de socorro a las víctimas de las inundaciones.
TERREMOTO EN MARRUECOS
Un terremoto de magnitud 6,8 en la escala de Richter sacudió Marruecos el 8 de septiembre, con epicentro a unos 80 kilómetros al suroeste de la ciudad de Marrakech, en la región del Alto Atlas.
Las últimas cifras hablan de más de 3.000 muertos y más de 5.500 heridos.
El monarca Mohamed VI ha aceptado la ayuda para las operaciones de rescate de países amigos, como España, Reino Unido, Catar y Emiratos Árabes Unidos; y ha rechazado la de aquellos con quienes tiene fricciones, como Francia, Estados Unidos, la India, Israel y Argelia.
Mohamed VI, que pasa la mayor parte del año fuera del país, se encontraba en París cuando ocurrió el terremoto. Tardó 24 horas en regresar a su país.
En 2015, la revista Forbes calculó su patrimonio en 5.700 millones de dólares. Posee 12 palacios en Marruecos y varias mansiones de superlujo en Francia, una de ellas valorada en unos 80 millones de euros. Tiene uno de yates de vela más grandes del mundo, cuyo valor oscila en torno a los 90 millones. La casa real recibe cada año 250 millones de euros de los presupuestos del Estado, y controla Al Mada, la empresa más importante de Marruecos.
Los terremotos no pueden evitarse, pero sí las catástrofes, y eso sería posible con una mayor justicia social…