ARGUMENTO: Documental de investigación que destapa una supuesta trama internacional de corrupción y abusos de compañías europeas que expolian recursos en África sobre la chufa, el nuevo “Super Food” o Súper Alimento de moda en las dietas saludables ecológicas y veganas de medio mundo.
COMENTARIO: La nota más positiva de la difusión del documental es que ha ayudado a mejorar las condiciones laborales de muchas trabajadoras de la chufa en África. Por un lado, establecieron contacto con agricultores valencianos, quienes ayudaron a herreros locales a hacer unas herramientas que facilitan la cosecha que se utilizaban antaño en la Huerta de València.
Por otro, las comunidades locales se han organizado alrededor de la cooperativa Mousso Faso, que vende su cosecha a un precio justo y sin intermediarios. Se creó tras la realización del documental, en 2018, y tuvo una primera campaña (2019-2020) con muchas dificultades por la pandemia mundial del coronavirus, que hizo que se perdiera mucha cosecha. El año siguiente tampoco fue bien porque hubo lluvias torrenciales antes de recoger la chufa y mucha se echó a perder.
Fue a partir de la campaña 2021-2022 cuando las cosas comenzaron a funcionar y, un año después, ya estaban recogiendo 30 toneladas. En la presente campaña 2023-2024, que es la quinta, han duplicado la cosecha hasta llegar a las 60 toneladas de chufa gracias a la incorporación de nuevos miembros a la cooperativa. En la actualidad trabajan en ellas unas 700 personas y la mayoría son mujeres y tienen una compradora. La cooperativa paga a las familias en cuanto cosechan. Como cada vez son más y prevén seguir incrementando la producción, están buscando nuevos compradores internacionales que “quieran chufa cultivada en condiciones dignas”.
Lo explican responsables de la entidad valenciana sin ánimo de lucro CIM Burkina, que les apoya desde sus inicios, fundamentalmente en la búsqueda de financiación para infraestructura. Con su ayuda, han construido hangares para el triaje a la sombra, pozos de agua, canalizaciones, zonas de lavado y secado, almacenes con energía solar, maquinaria y herramientas y una escuela, entre otras cosas. “Estamos contentas porque es un proyecto que genera trabajo y creemos que será sostenible y autónomo en un tiempo razonablemente corto. Los proyectos de cooperación como este son apoyo hasta que se profesionalicen, cojan fuerza y funcionan de forma autónoma, no es caridad”, sostienen.
Revista El Salto