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4 de Octubre 2021

FUENTES: El País, eldiario.es, Público, InfoLibre, Hufftinton post, ctxt.es, Cadena Ser.

VACUNAS: FRACASO HUMANITARIO Y TRIUNFO DEL MERCADO.-

Hace un año que India y Sudáfrica plantearon la necesidad de la exención de patentes y otros derechos de propiedad intelectual a las vacunas, tratamientos y otras herramientas médicas para enfrentar la pandemia del COVID-19. La iniciativa cuenta con el apoyo de más de 100 naciones, pero se oponen a ella los países ricos.

Desde entonces, han fallecido por la pandemia 3,6 millones de personas en el mundo. De los 5.700 millones de dosis de vacunas administradas, el 73% se han aplicado en sólo diez países, mientras los países pobres no han vacunado ni al 2% de su población. Las vacunas se han distribuido de acuerdo a la capacidad económica de cada país para pagarlas.

1.200 millones de vacunas se están caducando en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Japón y la Unión Europea, mientras más de la mitad de la población mundial espera ser inmunizada. Pese a ello, esos países siguen cerrando contratos con las empresas farmacéuticas para adquirir más vacunas. A mediados de 2022 probablemente les estarán sobrando y caducando 2.228 millones de vacunas.

Los derechos de propiedad intelectual y las patentes son uno de los mecanismos mejor estructurados para sembrar y mantener la inequidad entre los seres humanos. Cinco empresas privadas (Pfizer/BioTech, Moderna, Astrazeneca, Johnson&Johnson y Novavax) tienen hoy el monopolio y el poder de decidir quiénes viven y quiénes mueren en el mundo, mientras se reparten 86.200 millones de euros en vacunas.

La distribución de las vacunas se ha hecho de acuerdo a las reglas del mercado. ¿Nos arrepentiremos? Desde el principio ha estado claro que en esta epidemia “nadie estará a salvo si no lo estamos todos/as”. Mientras la transmisión se mantenga alta, aumentarán las posibilidades de mutaciones y variantes del virus, que pueden afectar de nuevo a los países de rentas alta.

LA PANDEMIA EN ESPAÑA.-

Los indicadores de la pandemia en España continúan mejorando. La incidencia acumulada a 14 días es de 54 contagiados por cada 100.000 habitantes. La tasa de ocupación de camas hospitalarias por enfermos del COVID-19 es de 1,9% y la de las UCI del 7%. Las personas que han recibido la pauta completa de vacunación superan los 36,7 millones (77,4% de la población), y las que han recibido al menos una dosis on más de 37.7 millones (79,5%).

El número total de contagiados desde el inicio de la pandemia es de 4.965.399, y el de fallecidos de 86.527.

Los expertos dicen que es el momento de distender ciertas medidas (como el uso de mascarillas, distancia social, reuniones…) , pero sin exponerse demasiado al virus, ya que en la pandemia no hay ninguna situación de riesgo cero. Advierten del riesgo de pensar que la pandemia ya se ha acabado.

¿HACIA UN NUEVO FEUDALISMO?

Algunos analistas alertan sobre el peligro de un nuevo feudalismo en el sistema socio-económico dominante, el de la “globalización”.

Durante muchos siglos prevaleció en Europa el régimen esclavista. Allá por el siglo V antes de Cristo, en la Grecia clásica, cuna de la democracia, había en Atenas unos 100.000 esclavos (una tercera parte de la población), provenientes de los pueblos que los atenienses consideraban bárbaros. Un ateniense medio tenía al menos doce esclavos (portero, cocinero, pedagogo, peluqueras, sirvientas…). El gran filósofo Aristóteles defendía que unas personas nacían para ser esclavas y otras para gobernarlas con rigor. En el imperio romano, la sociedad era esencialmente esclavista; su economía y su estructura social se basaban en un sistema de clases, donde el esclavo constituía el escalón más bajo de la sociedad.

En el siglo V después de Cristo el esclavismo dio paso al régimen feudal, que perduraría hasta el siglo XVIII. La base del nuevo sistema era la posesión de la tierra. El poder se medía por la cantidad de tierra que alguien poseía, y por los siervos que tenía para trabajarla. En la primera fase (hasta el siglo XV), los señores feudales tenían mucho poder político y militar: participaban en la elección de los monarcas y decidían si les apoyaban o no en las guerras; a veces luchaban contra ellos o intervenían en conjuras y conflictos entre dinastías. A los reyes no les quedaba más remedio que respetar a los grandes terratenientes.

¿Un nuevo feudalismo en el siglo XXI? Obviamente, no se trata de una vuelta a la época en que la posesión de la tierra y su cultivo era el factor determinante de dominio económico-social. La historia trajo después la industria y las tecnologías y formas más sofisticadas de dominio económico. Actualmente, los gestores de esas nuevas formas de dominio escapan cada vez más al control de la autoridad política, creando una situación similar a la del feudalismo. Los estados nacionales, e incluso entes multiestatales como la Unión Europea, no son capaces de someter a su política a las grandes corporaciones industriales y financieras. Ejemplos tenemos en las empresas eléctricas, las petroleras, las farmacéuticas, los grandes bancos y tantos conglomerados económicos que burlan las disposiciones gubernamentales en materia de fijación de precios y evasión de impuestos.

Conocemos algunos nombres de esos nuevos señores feudales, como Bill Gates (fundador de Microsoft) o Jeff Bezos (dueño de Amazon). Pero hay una nueva aristocracia financiera inaprensible e ilocalizable, que gestiona el sector financiero internacional y que pueden mover capitales de forma opaca y alterar los asuntos del mundo a su favor. Ese nuevo feudalismo es el más peligroso.

LÍDERES AMBIENTALES ASESINADOS.-

En 2020 fueron asesinados en todo el mundo 227 defensores de la tierra, que luchaban por sus hogares, su tierra, sus medios de vida y los ecosistemas. La mayoría de los asesinatos ocurrieron en los países menos desarrollados; y más de la mitad en solo tres países: Colombia (65), México (30) y Filipinas (29). Así lo informa la organización Global Witness.

La mayoría de los asesinatos fueron perpetrados por sicarios contratados por compañías que tienen intereses económicos en los recursos naturales, y también por las fuerzas armadas y las policías en complicidad con esas empresas. De hecho, más de un tercio de los ataques estuvieron relacionados con la explotación forestal, minería y agroindustria a gran escala, represas hidroeléctricas y otras infraestructuras.

Además, defensores y defensoras de la tierra sufrieron detenciones, campañas de difamación, amenazas, acoso, hostigamiento, violencia sexual y demandas judiciales.

“A medida que se intensifica la crisis climática, también aumenta la violencia contra quienes protegen su tierra y nuestro planeta", afirma la organización, que asegura que la mayoría de los casos quedan en la impunidad.

Desde el lado positivo, los defensores contra la deforestación y contra proyectos de extracción de recursos obtuvieron victorias significativas. Lograron frenar un lesivo proyecto minero en Zimbabwe, la financiación para la extracción de petróleo en el Ártico (Canadá), la construcción de una de las mayores centrales de carbón del planeta en Sudáfrica, y otras similares en Brasil, Honduras, Zambia, la República Democrática del Congo, Panamá y Camboya.

MYANMAR Y LA BOTA DE LOS MILITARES.-

Hace ocho meses, los militares de Myanmar (antes Birmania) dieron un golpe de estado y detuvieron a la presidenta de hecho, Aung San Suu Kyi, de 75 años (Nobel de la Paz 1991). Justificaron su acción en un supuesto fraude en las elecciones legislativas de noviembre anterior, aunque las elecciones fueron ganadas abrumadora y limpiamente por el partido de Suu Kyi, según organismos de derechos humanos.

La gente se echó a la calle, al principio tímidamente y luego con decisión y en forma masiva, en un movimiento de desobediencia civil pacífico que demandaba la vuelta a la democracia. Desde entonces, al menos 1.147 personas han sido asesinadas por la brutal represión de policías y soldados, que han disparado a matar contra manifestantes pacíficos. Unos 7.000 opositores han sido detenidos y alrededor de 240.000 personas han sufrido desplazamiento forzoso de sus hogares.

El golpe fortaleció a las guerrillas vinculadas a diferentes minorías étnicas, que han aumentado su presión contra el ejército.

Myanmar tiene una extensión de 670.000 kilómetros cuadrados; está situado al sur de China y tiene fronteras con India, Bangladesh, Laos y Thailandia. Su población es de unos 52 millones de habitantes. Se independizó del Reino Unido en 1948, y fue gobernado por una dictadura militar entre 1988 y 2011.

           

EL CONGO: CRISIS SOBRE CRISIS.-

Otra vez, alarma humanitaria en el Congo, asolado por una interminable guerra civil que lo tiene sumido en una crisis desde hace varias décadas pero que se ha acentuado en el último año.

La República Democrática del Congo (2,3 millones de kilómetros cuadrados y casi 90 millones de habitantes) cuenta con importantes riquezas minerales en oro, diamantes, estaño, tantalio…; tiene la mitad de las reservas mundiales de cobalto y el 70% de las de coltán, imprescindibles para la fabricación de dispositivos electrónicos. El 85% de esa producción minera está en manos extranjeras, que obtienen en torno a 2.500 millones de euros anuales; sólo el 4% acaba en las arcas del estado congoleño.

Además, hay otra producción minera artesanal, sin maquinaria compleja pero con mucha mano de obra infantil, la que vende sus minerales a señores de la guerra, grupos rebeldes u hombres de negocios corrientes, lo que favorece el contrabando de minerales hacia Ruanda; de esa manera, ese país pasa por ser el primer productor de coltán del mundo cuando apenas tiene reservas…

El país se llamó antes el Congo-Kinsasa, Zaire y Congo Belga. Si nos remontamos un poco más atrás en la historia, recordamos que el rey Leopoldo II de Bélgica (1865-1909) aplicó en el Congo una colonización particularmente brutal, que dejó como trágico saldo entre cinco y diez millones de hombres, mujeres y niños asesinados. Se le atribuyen los abusos más atroces del colonialismo europeo. Declaró a la colonia como “Estado Libre del Congo”, del que se consideraba propietario. Algunos dicen que el país nunca se recuperó de aquella terrible experiencia colonial. El Congo alcanzó la independencia en 1960, y es uno de los países más devastados del mundo a causa de la violencia y el expolio.

Se estima que más de cinco millones de personas han muerto desde 1996, cuando una invasión desde Ruanda para derrocar al dictador Mobutu Sese Seko y para defender de a la minoría tutsi, provocó una conflagración en la que participaron varios países vecinos. Cuando aquello terminó (2003), siguió la dinámica de grupos rebeldes rivales con sus milicias que se han ido transformando y multiplicando. Por cada grupo armado, surge otro para combatirlo, y otro más… Los últimos datos hablan de 132 grupos armados, casi todos ligados a la extracción y comercio de recursos naturales, a los que habría que añadir bandas de criminales comunes.

La violencia, sobre todo en el Este del país, no da tregua y la frecuencia de los asesinatos no disminuye. El propio ejército comete ejecuciones extrajudiciales con toda impunidad. Las mujeres y las niñas, además, son víctimas de la violencia sexual generalizada por los grupos armados y los soldados. Pero toda la población soporta incontables sufrimientos: muertes violentas, mutilaciones, desplazamientos, separaciones de sus familias, saqueos, abusos…

La situación en el último año se ha deteriorado de forma gravísima, por el aumento de los combates en número e intensidad. Hay más de cinco millones de desplazados internos y casi un millón de refugiados en otros países.

Pese a sus recursos minerales y a tener 80 millones de hectáreas cultivables, más de 56 millones de congoleños viven en la extrema pobreza, según datos del Banco Mundial. La FAO dice que 27 millones pasan hambre. Es uno de los países con mayor pobreza del mundo, y en la base de esa situación están los conflictos armados. También han colaborado a ella la pérdida de cosechas por las sequías y la erupción en mayo pasado del volcán Nyiragongo, que obligó a desplazarse a casi medio millón de personas y dejó a 350.000 con necesidad de ayuda humanitaria.

CRECE EL EMPLEO EN ESPAÑA.-

El número de parados registrados en las oficinas de empleo bajó en septiembre en 76.113 personas respecto al mes anterior, con lo que los desempleados en España ya “solo” son 3.257.802 (1.932.239 mujeres y 1.325.563 hombres), un número casi igual al de febrero de 2020, antes de la pandemia. En esas cifras no se incluyen los trabajadores acogidos a Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, que son 239.230 (en el peor momento de la pandemia eran 3,6 millones).

Ya son siete meses seguidos en los que baja el desempleo, lo que no ocurría desde el año 2000. En esos siete meses los parados registrados han descendido en 750.987 personas.

Las autoridades están contentas y se reafirman en que “la recuperación está en marcha”, aunque de los 1.923.846 de contratos firmados en septiembre sólo el 11,26% son indefinidos.